El tabaco es una planta originaria del continente americano utilizada en la época prehispánica comúnmente para fines religiosos y rituales como ofrenda a los dioses, guerreros y los muertos. Aunque se encontraba de manera silvestre y en cultivos el pueblo común no lo utilizaba pues sus fines eran considerados profanos y solo los nobles tenían libre acceso. Eventualmente los mercaderes y la llegada de los españoles permitieron su uso y expansión a más personas, además fue catalogado por Europa como medicinal aumentando su consumo sin considerar el hábito que produciría la nicotina.

El consumo se convirtió en una actividad libre durante casi toda la etapa virreinal, al principio se vendía solo la rama u hoja para que el consumidor hiciera sus propios cigarrillos pero en el siglo XVIII ya se comercializaban manufacturados junto a puros y polvo de tabaco. El alto comercio permitió a la corona monopolizar su compra y venta con la creación del estanco de tabacos en 1765, encargado de su administración, cultivo y distribución.

Los estanquillos fueron los establecimientos encargados de la venta, en Sombrerete existieron para 1820 diez en toda la jurisdicción de los cuales se encontraban en esta cabecera cinco como se observa en el documento que se presenta, se ubicaban en las plazas como San Francisco, Santo Domingo, etc. Y en lugares como Saín, Chalchihuites o La Noria. Vendían el producto según tamaño y calidad, las primeras cajas contaban con cinco docenas de cigarros y de ahí disminuyeron hasta 42 cigarros en 1789. El monopolio tabacalero fue un considerable ingreso para las arcas del Rey que gracias al consumo de las regiones virreinales cómo Sombrerete tuvo grandes ganancias hasta la independencia.
Fuente
Fondo: Real Caja
Sección: Administración de tabacos, naipes y pólvoras
Serie: Entradas y salidas
Año: 1820
Imagen: La manufactura de cigarros, Pintura de Miguel Cabrera, 1763. Museo de América, Madrid.